EDUCACIÓN: Cuando el aula no alcanza: la violencia no se enseña, se hereda.
El Ministerio de Educación nos convocó a una nueva jornada nacional “Presentes contra la violencia”. Y es justo reconocerlo: no se trata de una consigna vacía. Es parte de una estrategia más amplia que cruza salud mental, seguridad, infancia y convivencia. Se han implementado patrullajes escolares, talleres de bienestar, apoyo a docentes. Es una señal concreta. Una pausa necesaria. Pero también, una pregunta urgente: ¿cuánto puede reparar una jornada cuando el aula ya no alcanza?
Porque la violencia no se enseña, pero sí se hereda. Y las escuelas chilenas, cada vez más, se han convertido en el espejo de un país fracturado. Las agresiones ya no sorprenden; se graban. Las amenazas no conmueven; se viralizan. Y en medio de este torbellino, hay una figura que resiste sola: el profesor.
Hoy se les exige contener, mediar, enseñar, acompañar. Pero, ¿quién los acompaña a ellos? ¿Qué herramientas tienen para intervenir en situaciones de crisis emocional? ¿Cuántas veces les pedimos que callen, que resistan, que comprendan, sin darles apoyo real? No basta con una jornada, ni con un protocolo. Lo que se necesita es una respuesta multisistémica y sostenida, que deje de cargar el problema de la violencia sobre los hombros docentes. Necesitamos duplas psicosociales en todas las escuelas, no como apoyo ocasional, sino como parte del corazón pedagógico. Necesitamos que los equipos directivos se comprometan con la formación de escuelas para padres, porque la educación emocional comienza en la casa. Necesitamos que el aula sea vista como parte de un ecosistema, no como el único espacio de reparación.
La Agencia de la Calidad ya lo ha advertido: los climas escolares negativos se asocian directamente con baja asistencia, bajo rendimiento y mayor deserción. La Superintendencia de Educación ha recibido más de 17.000 denuncias por violencia escolar en el último año. Y el propio MINEDUC, en su estrategia de reactivación educativa, ha señalado que fortalecer las competencias socioemocionales de los docentes es urgente. Pero, ¿qué se ha hecho de forma estructural?
La violencia no se combate con discursos, sino con comunidad. Y esa comunidad se construye cuando se involucran todos: el profesor que enseña, la psicóloga que escucha, la familia que educa, el director que acompaña, y el Estado que no delega.
Porque cuidar la escuela es cuidar el país.
Y entonces, ¿Cuántas veces más tendrá que romperse la escuela para que entendamos que el aula sola ya no puede más?
Por Juan Pablo Catalán, académico de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales UNAB.
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