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Estrés crónico y salud cardiovascular: una relación que debemos tomar en serio.

Frente a situaciones de amenaza o desafío, nuestro cuerpo responde mediante una activación fisiológica y emocional que conocemos como estrés. Aunque en situaciones agudas puede ser útil para una pronta respuesta, cuando esta respuesta se vuelve constante, sin tiempo para recuperarnos, hablamos de estrés crónico. Este tipo de estrés es altamente perjudicial para nuestra salud, especialmente para el corazón.


El estrés crónico mantiene elevados los niveles de adrenalina y cortisol, lo que aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, favoreciendo cuadros de arritmias. Además, se asocia directamente a la ateroesclerosis, que es la formación de placas de grasa y colesterol en las arterias que dificultan el flujo sanguíneo y pueden desencadenar infartos o accidentes cerebrovasculares.
 
Afortunadamente, existen estrategias para intervenir a tiempo. Desde el ámbito farmacológico, se pueden utilizar medicamentos que regulen los efectos de estas hormonas en el sistema cardiovascular. Pero también es clave aplicar medidas no farmacológicas como realizar actividad física regular, mantener una alimentación saludable, evitar el consumo de alcohol y tabaco, y establecer rutinas de sueño y descanso adecuadas.
 
El estrés crónico es un factor de riesgo tan real como la hipertensión o el tabaquismo, pero muchas veces lo minimizamos. Hacer cambios concretos en nuestros hábitos puede marcar la diferencia en nuestra salud y calidad de vida. En un mundo acelerado y demandante, cuidar nuestro bienestar emocional y físico ya no es opcional, es una necesidad urgente.
 
Juan Videla, Magíster en Salud Mental
Facultad de Enfermería
Universidad Andrés Bello