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Mitos y verdades sobre los sellantes dentales en niños: qué dice la evidencia y cuándo usarlos.

Con el aumento de consultas odontológicas preventivas, muchos padres se preguntan si los sellantes dentales realmente evitan la caries infantil, a qué edad deben aplicarse y si existen riesgos asociados a su uso. El director de Odontología de la Universidad Andrés Bello, Ramón Schlieper, aclara dudas y derriba mitos.


A medida que avanza el año crece también la preocupación de los padres por la salud bucal de sus hijos, especialmente frente a la caries, una de las enfermedades más comunes en la infancia. Entre las medidas de prevención más recomendadas aparecen los sellantes dentales, un procedimiento simple que suele generar preguntas sobre su efectividad y seguridad.
 
Pero antes de hablar de sellantes, es importante entender qué es la caries dental. Según explica Ramón Schlieper, director de Odontología de la Universidad Andrés Bello, en los dientes se forma constantemente un biofilm —conocido como placa bacteriana— compuesto por bacterias que se alimentan de los azúcares presentes en la dieta. “Cuando ese biofilm permanece mucho tiempo sobre el diente, las bacterias producen ácidos que desmineralizan el esmalte. Si este proceso se repite varias veces al día y no se controla con buena higiene, se desarrolla una lesión de caries”, detalla.
 
Las superficies donde los niños mastican —molares y premolares— son especialmente vulnerables, ya que presentan surcos profundos donde el cepillo no logra llegar con facilidad. Ahí es donde los sellantes cobran relevancia.
 
¿Qué tan efectivos son?
 
Los sellantes son una fina capa de material resinoso que se adhiere sobre la superficie oclusal de los molares con el objetivo de evitar que la placa y los restos de alimentos se acumulen en zonas de alto riesgo. “En palabras simples, el sellante cubre los surcos y deja la superficie más lisa. No reemplaza el cepillado ni la pasta fluorada, pero reduce de manera importante la probabilidad de desarrollar caries en esos sectores”, explica Schlieper.
 
Su aplicación suele recomendarse cuando aparecen los primeros molares permanentes, entre los 6 y 7 años, y luego en los segundos molares, alrededor de los 11 a 13 años. En niños con alto riesgo de caries, el profesional puede considerar sellar algunos dientes temporales, siempre que la condición clínica lo permita.
 
El especialista subraya que su eficacia depende de una buena técnica de colocación y de controles periódicos. “El diente debe estar limpio, aislado de la saliva y preparado correctamente. Luego, el sellante debe revisarse en las visitas de control para confirmar que sigue íntegro. Cuando esto se cumple, puede proteger por varios años”, señala.
 
¿Pueden encapsular bacterias?
 
Uno de los mitos más frecuentes tiene relación con la posibilidad de que los sellantes “encapsulen” bacterias y generen caries. Schlieper aclara que esta idea requiere matices. “Los sellantes se indican en dientes sanos o con lesiones iniciales sin cavidad. No corresponde tapar una caries avanzada con un sellante, porque ese diente necesita tratamiento restaurador”, comenta.
 
En lesiones muy tempranas, la literatura muestra que, al sellar la superficie y aislarla del aporte de azúcares, la actividad bacteriana disminuye y el avance de la lesión puede detenerse. El verdadero riesgo aparece cuando el sellante está mal colocado o se desprende sin ser controlado, lo que expone nuevamente la superficie al riesgo habitual.
 
¿Son seguros para los niños?
 
Otra inquietud frecuente es si los sellantes podrían liberar sustancias químicas nocivas, como el bisfenol A (BPA). El académico explica que los materiales utilizados están regulados para uso odontológico y cumplen estrictas normas de seguridad. “La eventual liberación de trazas de BPA es baja, transitoria y muy inferior a la exposición que los niños reciben desde otras fuentes cotidianas, como envases plásticos”, indica.
 
Hoy existen materiales con niveles reducidos o no detectables de BPA, además de alternativas como los ionómeros de vidrio, que se utilizan en casos específicos. “Los beneficios en prevención superan ampliamente los riesgos potenciales. Si los padres tienen dudas, lo ideal es conversar con su odontólogo, quien puede explicar qué material utiliza y qué opciones existen”, agrega Schlieper.
 
En síntesis, los sellantes dentales representan una herramienta preventiva eficaz y segura para disminuir el riesgo de caries en niños y adolescentes. Su uso, acompañado de hábitos de higiene adecuados y controles regulares, permite proteger los dientes en etapas clave del desarrollo.